Nuevamente fui débil y la carne pudo más que yo. Decidí salir a buscar faje hoy martes como a las 2 de la tarde. Mi intención era ir a Villateresa, pero estaban cerrados los baños, con el letrero de “fuera de servicio”. Fui a los de Constitución y tercer anillo, pero estaban solos. La ansiedad sexual me llevó hasta los baños del estacionamiento Plaza, en el centro.
Justo al colocar algunas monedas en la entrada, escuché cómo la puerta de uno de los baños rechinaba al cerrarse, señal de que había gente adentro. Una vez entrando estaba un señor, medio chacal, moreno, ya pasando de los 50 años, recargado en la pared, viendo hacia los urinales. Los dos cubículos estaban ocupados, obviamente había faje antes de que yo entrara. Lo noté por la ligera erección que tenía este señor.
Me fui a un mingitorio y me la saqué para masturbarme. No pasaron ni 10 segundos y el señor se puso en el de al lado y se sacó su verga prieta ya semierecta, de un poco menos de 15 cm más o menos. Yo estaba tan ansioso que casi me hincaba a mamársela, pero me detuve y observé bien al señor, no se veía aseado y no me dio buena espina. Sólo se la jalé un poco y en eso se abrió la puerta del baño del fondo. Salió otro señor, como de la misma edad, pero se veía medio afeminado, iba de short y playera sin mangas, con lentes oscuros deportivos y con el pelo teñido de negro, pero eso sí, con su pitote parado que se le notaba bajo el short, doblado hacia un lado.
Esta situación me hizo recordar a los baños de tercer anillo e Independencia, tiempo atrás. No tenía mucho interés en maduros, así que me metí al cubículo del fondo, con la intención de ver quién estaba en el de al lado. Ya adentro, por su ropa y zapatos pude ver que era alguien más joven, muy delgado. Me hinqué para mostrarle mi verga y sólo me dio unos jalones. Le hice señas para que saliera y se pasara a mi cubículo. En eso, el chacal se acercó a la puerta y me hizo señas con su pie para que le abriera. Yo estaba esperando que saliera el chavo. En cuanto abrió, abrí mi puerta y el chacal se acercó ofreciéndome su pito, pero le dije que me esperara. El muchacho era uno de esos gays muy delgados y afeminados, con la ceja gruesa y delineada y copete esponjado. Hasta eso no estaba feo, pero lo afeminado corta la inspiración. Se fue a lavar las manos y el chacal lo siguió.
Se acercó el de short a donde yo estaba, también con el pito de fuera. Un pito la neta muy antojable: de unos 15 cm más o menos, grosor normal, pero muy lisito, no se le notaban venas saltadas como a muchas vergas, aparte estaba circuncidado. Tenía una especie de pulsera de goma color verde sujetando su pene y sus huevos, a manera de cockring (anillo retardador). Pinches huevotes tan ricos también, grandotes y duros, como 2 duraznos. No creo que me cupieran en la boca.
Se veía medio pasivo el don, pero mientras se la jalaba para convencerme, empezó a gemir como macho en brama, con voz ronca. Me convenció, se la jalé y le levanté la playera para chuparle un pezón. Los tenía prietos, gruesos y duros, como me gustan. Le empecé a mamar uno mientras lo oía gemir. Volteé a los mingitorios y estaba el chavo jalándosela al chacal.
En eso estábamos cuando se escuchó nuevamente que alguien ponía monedas en la entrada. Me regresé a mi cubículo y el señor de short al de al lado. El chavo se fue y el chacal se quedó en los mingitorios. Pensé en dejarle hasta ahí, así que me subí el pantalón y salí. Aún tenía la verga un poco dura.
Cuál es mi sorpresa que el que llegó se me quedó viendo el paquete. Era un chavo guapo: moreno, delgado, como de 1.75, barba de candado corta y de cachucha. Más o menos de entre 26 a 30 años. Salí para que ocupara el cubículo y me doy cuenta que el chacal tenía el pantalón a las rodillas y se la estaba jalando, pero viendo hacia la puerta, o sea que el chavo lo vio. Me cayó mal el ruco por su indiscreción, qué tal que fuera un niño el que entrara o alguien que pudiera rajar. Fui a lavarme las manos y el cabrón todavía me tomó del brazo y acercó mi mano a su verga para que se la jalara. Me zafé, me lavé las manos y al voltear veo que el chavo nos está viendo y aún tiene la puerta abierta.
Me regresé para con el chavo, pero cerró el cubículo. En eso volvió a salir el de short, que aún se la estaba jalando. Me metí ahí para ver si el chavo daba alguna señal, pero no. Al poco tiempo abre su puerta, pero no se sale. Abro yo y me doy cuenta que están los otros dos cabrones frente a él, masturbándose y ofreciendo sus vergas como si de mercancía se tratara.
El chavo no decía nada, pero tampoco los tocaba, ni se veía excitado. Yo también estaba como pendejo con la puerta abierta y la verga de fuera, jalándomela. Me vio el chavo, pero no dijo nada, se quedó en el pasillo viendo a los otros dos.
Me pasé al cubículo grande y me senté en la taza para masturbarme. El muchacho volteó a verme de nuevo, en eso se metió el de short, con el pito parado y me dijo: “a ver, levántate la playera”. Me la levanté y dijo “ahh… qué rica tetita” y se agachó para lamerme y succionarme mi pezón pequeño y rosado, como si le diera un sorbo a una taza de café caliente. Me sentí un poco incómodo porque el muchacho nos veía, pero no parecía estar excitado. Además, el señor tenía su verga muy cerca de mi cara y se la seguía jalando, ofreciéndomela. Le dije que no me gustaba mamar y que no fuera a deslecharse encima de mí. Se salió y se quedó en el pasillo.
Me sorprendí de nuevo, ahora porque el chavo se levantó su suéter delgado y su playera para mostrarme su torso moreno y uno de sus pezones. No me dijo nada, pero su mirada me decía “lámelo”. Me levanté, me acerqué y probé ese rico pezón, también prieto, duro y un poco alargado. Aproveché para lamer el otro, su pecho y todo su torso, hasta bajar al ombligo e insinuarle con mi boca que quería probar más abajo. Traté de bajarle el cierre del pantalón, pero no me dejó. Entonces volví a subir, probando desde su ombligo hasta su pezón y le pregunté si le gustaba que lo besaran. Con la cabeza dijo que no. Entonces le levanté un poco más el suéter y probé una de sus axilas, con un ligero olor a sudor de macho. Con una mano le apretaba su paquete para despertar su verga, y con la otra tocaba y sentía todo su culito perfecto y redondo. Parecía como un animal devorando a su presa.
El señor ya se había quitado la pulsera de su verga y mientras nos veía se la empezó a jalar con más fuerza, casi temblando. Gimió más fuerte, casi le digo que se calle cuando empezó a deslecharse en el piso. Hasta eso limpió sus fluidos del suelo y se fue. El chavo se metió al cubículo. Le pedí que saliera, tocando a su puerta. Lo hizo, le pregunté: “¿me dejas ver tu culito?”. El wey no dijo nada, pero se desabrochó el pantalón y me mostró uno de los culos más perfectos que he visto en persona: chiquito (porque era delgado el muchacho), pero bien durito, redondo y lisito, sin vello y de piel canela. Aparte se le marcaban los hoyuelos al final de su espalda, justo donde iniciaban sus nalgas.
Me sentí extasiado de ese culo tan rico y bajé a besarle sus dos hoyuelos, lamer y besar sus nalgas, sentirlas con mis dientes, pero sin morderlas. Al abrirlas… uff, las tenía tan redonditas que ni se le alcanzaba a ver el ano, tendría que empinarlo para poderlo ver. Pasó por mi mente hacerle un beso negro, pero la neta ya es algo muy extremo para mí. Así que me ensalivé un dedo y busqué su agujero entre ese par de curvas. Lo sentí, rodeado de unos pocos vellos, pero no me dejó ir más lejos. Entonces decidí probar al frente. Lo tomé de la cintura y lo giré hacia mí… ¡puta! Otra ricura más. Una verga morena, chiquita pero muy antojable, no la tenía erecta, pero después de verla un poco y no notar nada raro me la metí directo a la boca para probar ese manjar.
Le empezó a crecer poco a poco en mi boca, ya erecta serían unos 12 cm y con facilidad me la podía meter completa. Sus huevos también eran chiquitos, se los succioné, pero como que no le gustó, entonces seguí mamándole la verga, metiéndomela al fondo para que me pudiera dar varias embestidas. De verdad que estaba disfrutando mucho a este cabrón. Llegó un momento en que me volvió a mostrar las nalgas, como para que me lo cogiera, pero no teníamos condón. Entonces volví a girarlo de frente para hacerle oral. Casi estaba por terminar, me dijo: “chúpamela” refiriéndose al glande. Lo hice y empecé a sentir el sabor salado de su lubricación.
Me sacó su verga de la boca y empezó a masturbarse, dándole lengüetazos a su glande a cada jalada, hasta que el primer chorro de leche llegó sobre mis labios. Perdí la cordura y abrí mi boca para recibir el resto de su leche y succionar su verga hasta sacar todo su espeso y blanco semen, teniéndolo en mi boca hasta que dijo “ya” y sacó su pene y se metió a su cubículo. Extrañamente no gimió mientras eyaculó.
Fui a escupir su esperma al retrete, mezclado con mi saliva. Inmediatamente me la jalé hasta sacar toda la leche y lujuria que aún me quedaba, gimiendo de placer justo al lado de este cabrón, separados por la división del baño. Le bajé a la taza, se fueron nuestros fluidos, me fui a lavar la boca y como este muchacho aún no salía, me acerqué con la intención de preguntarle si esperaba a alguien que lo penetrara, pero cuando le dije: “¿te puedo preguntar algo?”, me contestó muy molesto “¡ya vete!”. Me saqué de onda, no fue la respuesta que esperaba y me fui entre confundido y molesto. No sé si él era curioso y dañé su heterosexualidad o de verdad iba con esa intención.
Si por mi fuera dejaría de hacer esto, pero cómo hacer para que el cuerpo no sienta y no tenga esta maldita ansiedad sexual que ya me ha puesto en situaciones riesgosas en varias ocasiones. Ojalá pueda hallar un modo. Disculpen nuevamente la extensión de este texto.