Hace unos días pasé ya muy tarde, al filo de las doce de la noche. En la explanada, frente a Los Pinos, había un wey de chamarra blanca, treintón, obvio, feón. No lo pelé, bajé y encontré unos tres o cuatro tipos mirándose, sobándose el bulto, pero nadie interactuaba, cuando me di cuenta el tipo que estaba arriba ya había bajado.
Subí a fumarme un cigarro cuando escuché gritos y corredera, salieron como estampida dos loquitas, entre ellos el de la chamarra blanca y atrás un chavo mucho más obvio, pelón, nalgón, con la camisa a medio poner.
Las loquitas que salieron con él sólo lo miraban a unos pasos, pero no le hablaban y un minuto después se fueron, me acerqué al pelón y estaba golpeado, ya traía un derrame en el ojo y casi le reventaba el pómulo derecho, la camisa estaba desgarrada y se estaba fajando.
Me acerqué y me dijo que al bajar del otro lado un tipo lo jaló y trató de quitarle sus cosas, éste intentó defenderse, forcejearon, el otro lo golpeó y gracias a los trancazos que le puso, las locas empezaron a gritar y el otro huyó.
Le pregunté que si había tenido sexo con él y me dijo que no, peeero mientras se acomodaba su ropa sacó un sanitizante que se puso en manos hasta la mitad de los brazos y después sacó unas toallitas húmedas y se limpió las nalgas y enmedio, así sin pena.
Le pregunté si tenía cómo irse, si le habían quitado su cartera y me dijo que no. La neta es que estaba muy golpeado, su camisa hecha harapos.
Lo de siempre, tangamos cuidado. Me ha tocado ver verdaderas orgías ahí, grupos de seis o mas a quienes se las mama uno solo, hincado frente a ellos, sin la más mínima protección, weyes con los pantalones a los tobillos, loquitas en chiki shorts y chacales malencarados mamando a discresión.
Cuidémonos, seamos precabidos.