¡Era una belleza! Era un jovencito, un morenito con el tinte claro, delgadito, alto, de ojos y cabello negro, muy negro, y con formas muy bien delineadas. Era originario de Uruapan, de la tierra del aguacate, y su padre, muy machote y sombrerudo, poseía varias hectáreas. Era un chamaco rebelde que una vez decidió venirse a la aventura a conocer y saborear la capital, siempre libre y soberano, y que, cuando lo conocí, me enamoré de él perdidamente. Lo sustraje una madrugada de un antro gay de moda al que un famoso periodista de la época lo había llevado, y, deseoso, lo llevé a mi casa, a mi lecho...
La primera vez, cuando al fin lo desnudé en aquella oscuridad de mi propia habitación, sus formas contrastaban con la luz perenne que entraba por el ventanal magnificando su cuerpo y su presencia. Llegado el tiempo, descubrí con gran admiración, con gran deseo, su verga erecta y clara, algo delgada, algo larga, pero limpia y pulcra, considerablemente firme y dura como lo exigía la circunstancia, ¡pero que luchaba por mantenerse recta ante mis embates sodomitas!. Con cierto estupor me percaté en ese instante que esta misma se tendía hacia uno de los lados apuntando hacia su pierna izquierda, manteniéndose doblada en forma oblonga desde la mitad del tronco e incapaz de incorporarse para mantenerse del todo recta mirando a las estrellas de esa noche. Su verga, deliciosa aunque deforme, parecía el mástil roto de un barco de guerra herido, truncado a la mitad de la batalla luego de recibir un cañonazo. Era extraña. Era más extraño aún introducir en mi boca algo así, con esa forma. No obstante, lo hice. Y lo hice una y mil veces esa noche y las subsecuentes... hasta que mi propio instinto de macho cabrío me obligó a darle la vuelta por entero, dejándolo exhibir ante mis ojos maravillados la manufactura de su lindo traserito, de sus lindas nalgas bien formadas, de su culo divino que con gusto profané.
Con el tiempo me enteré que aquella vez lo desvirgué...
Con el tiempo me di cuenta que con placer inaudito me aficioné a aquel "chico de campo", a aquella extraña verga suya que con gusto le mamaba en formas harto ingeniosas; que con gusto inaudito me aficioné a aquel culo divino que tuve a bien ultrajar por vez primera sin yo haberlo sabido en su momento...
Fue sin duda una relación muy conflictiva que duró varios meses...
En todo caso, ese ha sido el pene más extraño y más raro (aparte de los falos más grandes y o los más pequeños con los que me he topado) que he tenido a bien conocer alguna vez...
SALUDOS.
MADURO, 56 AÑOS, "ACTIVO", ALTO (1.80M.), DELGADO (68K.), BLANCO, SEMI-VELLUDO (AUNQUE ME REBAJO), ENTRECANO, OJOS SEMI-VERDOSOS, AL SUR DE LA CDMX, POR LA ZONA DE COAPA, AMANTE DE LOS JOVENCITOS DELGADOS, ACINTURADITOS, LAMPIÑOS Y "PASIVOS" SOLAMENTE...