Ja ja ja ja ja ja
Pero de que el lugar está culero con las huestes de la CNTE ocupando la plaza, ni dudarlo.
Les cuento una anécdota de hace años. Fui a tomar unos tragos en un antro que estaba (creo que todavía existe) frente al Café Habana. En aquellos años el lugar era entre gay, banda, travesti y lo que saliera de rompe y rasga. Ya como a las tres de la mañana, había poca gente, mis amigos se habían largado y yo andaba de necio esperando a ver si ligaba con alguno de los últimos que quedaban. Un señor, panzón, prieto, pinta de barrendero, me pidió que le invitara una chela, se la invité y me cambié de lugar, luego me alcanzó, me pidió un cigarro, se lo invité, me cambié de lugar. Me alcanzó donde estaba, me agarró las nalgas y me dijo que cuánto por una mamada. Lo vi bien, estaba a punto de decirle que no, pero me hizo una caricia en la cara y cuello tan delicada y cachonda, que me prendió. Le pregunté que dónde se podía hacer. Me dijo tómate otra chela, ahorita te llevo. Nos tomamos otra cerveza, ya eran casi las cinco de la mañana y nos estaban corriendo. El señor (ya ni me acuerdo cómo se llama), me dijo que lo siguiera. Pasamos por donde estaban acomodando los periódicos, dimos vuelta en el Reloj Chino y nos fuimos a la Ciudadela. Llegamos al mercado de artesanías y este cabrón me dijo que lo esperara enfrente, en una de las bancas. Yo ya me moría de sueño y le obedecí más por sentarme que por otra cosa. El wey esperó en la reja del mercado. Llegó otro don, le abrió, entraron. Yo pensé que ya había valido así que me levanté y ya me iba cuando el segundo don, salió del mercado y se fue. Mi don abrió bien la reja y me llamó. Entramos al mercado de artesanías, me llevó hasta la caseta de vigilancia. Tenía un baño, una camita y una tele. Entré, me volvió a acariciar con su manota, me abrió el pantalón, metió sus manos bajo mi calzón, me acarició las nalgas y mientras lo hacía me comenzó a besar. No mames. Qué rico. Me quitó la camisa, me mamó las chiches, me mordió la espalda, las nalgas, me quitó los zapatos, me besó los pies. Yo estaba fascinado. Cuando se quitó el pantalón vi la verga más bonita que había conocido hasta ese entonces. Bien cilíndrica, esponjosita, con la cabeza brillante, sin venas saltadas, lisita. Pues la empecé a mamar. Mi don estaba encantado con la mamada, porque la neta yo estaba encantado con su verga. Se encueró. Me dejó lamer sus pies. Le besé todo, desde sus labios hasta la planta de sus pies. Luego me subió a la cama, me acostó y se acostó atrás de mí, me empezó a coger de cucharita mientras me besaba detrás de las orejas y me acariciaba las piernas. Lo más chingón fue cuando se vino. ¡Qué pinche sensación en el culo! Terminó, me limpió, se limpio, nos vestimos, me llevó hasta la reja y me hizo otra caricia. Yo le besé la mano y me fui. Ahora que lo pienso, soy un puto muy fácil, di las nalgas por una caricia. Ja ja ja ja ja