Mi fantasía es más bien un "hubiera".
En el viaje de graduación de la carrera, nos quedamos en un hotel de Puerto Vallarta. Había un niño de mi grupo que siempre me causó una sensación incómoda, desde el primer día. Un par de años más tarde, acepté que dicha sensación tenía nombre: deseo sexual. No es particularmente guapo, en realidad, es más bien feo. Pero me gustaba mucho la idea de coger con él, por alguna razón que aún no comprendo.
En fin, me hubiera gustado que nos tocara compartir cuarto. Habríamos regresado muy borrachos del antro al que fuimos en grupo. Él se habría acostado, y yo junto a su lado. Sin darle tiempo de dudarlo, mi mano se posaría suave, aunque determinada, sobre su bulto. Voltearía a verme, bajando la mirada de sus ojos a su boca. Lo besaría, mientras le desabrocho el pantalón. Con la otra mano le acariciaría el cuello, la nuca, la parte de atrás de la cabeza; mi boca recorrería su torso sin mayor detenimiento, tendría algo de prisa por tener su verga entre mis labios. Su dulce verga. Me hubiera gustado mamarle la verga. Con la playa en la ventana, el sonido de las olas, el amanecer y las aves. La espuma del mar. El semen en mi cara. El hubiera. El hubiera no existe.