Breve reseña de 30 años visitando los Señorial.
Estaba morrillo cuando me enteré de la existencia de estos baños. En aquel entonces, manejaba un taxi y uno de mis clientes que vivía muy cerca de mi casa, me contrataba para pasar por él los sábados en la mañana y llevarlo a los Señorial. Fueron varios viajes en que, simplemente, lo dejaba en la puerta de los baños y yo seguía con mi día de trabajo hasta que un día me picó la curiosidad y le pregunté si eran muy buenos esos baños, porque cerca de casa había varios. El cliente me dijo algo que me calentó de inmediato, me dijo que a él le gustaba ir al turco individual y pedir un masaje, que eran muy buenos, por eso iba cada semana. No hace falta decirles que mi imaginación empezó a volar, el señor no me contó nada sexual, pero yo me imaginaba al bañero, sobándome todo el cuerpo y dejándome ver sus pies desnudos. Ese mismo día, a media tarde, ya estaba entrando al turco. De inmediato me atendió un chavo llamado Alejandro, lo recuerdo perfecto porque fue el primer chacal que me di en unos baños. Alejandro entró, se quitó la ropa delante de mí, a mí se me cayó la mandíbula cuando vi su verga: grueso, tamaño medio, con prepucio y un par de huevos gorditos y colgantes, pero de plano me temblaron las piernas cuando vi sus pies, qué cosa más deliciosa: masculinos, con vellitos en el emnpeine y los dedos, gruesos, como de bebé en tamaño gigante. Cuando me acomnodó en la plancha, yo ya iba con la verga parada. Alejandro, muy profesional, me bañó, me dio un muy rico masaje, cuidó de pasar por todas mis zonas erógenas para excitarme al extremo antes de preguntarme si quería el masaje completo. Mi respuesta fue subirlo a la plancha, acostarlo y comenzar a mamar sus pies, le besaba las piernas, me metía debajo de sus huevos, le mamaba el culo, lo quería besar, je je je je Estaba enloquecido porque, de hecho, era mi primer cogida formal (digo, sé que soy gay desde niño, y fajé, mamé, me picaron el culo, lo piqué, pero no había tenido una relación así, en forma), Alejandro fue buena onda, me guió, me fue enseñando cómo mamar, dónde apretar, cómo preparar el culo para recibir la verga y cómo dejar que te la metan. Fue hermoso. Nos encontrábamos cada sábado, yo dejaba a mi cliente, metía el taxi al estacionamiento y me subía a encontrarme con Alex. Pero un día, Alex faltó a la chamba y, de inmediato, se presentó Gustavo, tendría sus treintaitantos y era moreno, chaparrito, simpático. Él me inició en los placeres del beso negro. Puta, literalmente me hacía arañar el camastro con sus mamadas. También era un experto en mamar pies. Con él hice mi primer 69 de pies y mi primer mamada de culo. Con el paso del tiempo, llegué a tener a los dos juntos, Alex y Gustavo. Eran tardes de morbo con esos dos cabrones. La verga de Alejandro era deliciosa, pero el culo de Gustavo era lo máximo, hacíamos trenecito, cadenita de pies, elefantitos mamando culo y jalando verga. Era nuestra orgía privada. Luego apareció Héctor, un moreno de la costa, corpulento, con una verga morena, gruesa, durísima y una forma de besar que te calentaba de inmediato. Cuando se le paraba la verga, ya no te preguntaba por si querías el masaje completo, él empezaba a morder pezones, a besarte las orejas, a mamarte la verga, los pies, el culo, se ponía como loco, empezaba a bufar, te ofrecía el culo, ja ja ja, Era muy gracioso porque te ofrecía el culo y decía cójeme, métemela hasta adentro para que se me quite lo puto. Obviamente, después de penetrarlo con mi verguita, se desquitaba penetrándome con su animalón. Era delicioso porque, entonces, ya no dolía, pero sentías el placer, movía la verga de tal manera que me hacía gritar y pedirle más. Con él sentí por primera vez un orgasmo prostático, me vine y me vine y me vine sintiendo oleadas de placer, cuando él se salió, me quedé tumbado en la plancha, con las piernas temblando y unas ganas muy raras de reír y llorar al mismo tiempo. El wey siempre terminaba su servicio con un beso largo. En la siguiente entrega: Jorge y Ricardo.